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Traductora

Esa es una expresión italiana que, si la tradujéranos seria:

TRADUCTOR, TRAIDOR.

 

Aun sendo traductora,

no tengo dudas de la veracidad de esta expresión.

 

Toda traducción tiene sus fallas y nunca será tan buena cuanto el texto original.

 

Aprendí esto durante mis años en la facultad de Historia (UnB), leyendo textos traducidos de diversos idiomas para el portugués, cuyos traductores, que en la mayoría de las veces no eran historiadores, no utilizaban términos consagrados dentro de la historiografía simplemente porque no los conocían.

 

Durante los casi cuatro años que trabajé en la Livraria Cultura, siempre incentivé que todos leyesen las obras en su lengua original, ya que cuando se lee una traducción, no se perciben los matices de estilo característicos del autor. Las palabras en la literatura son como los colores y las brochas del artista, escogidas específicamente para encajarse en la obra de aquella manera y generar una reacción específica en el observador. Es obvio que cuando se traduce una obra, parte de esa intención se pierde.

 

Infelizmente, por diversas razones, no tenemos la capacidad de leer todo en el idioma original, y sin traducciones dejaríamos de conocer diversos asuntos interesantes por el mundo. Traductores son extremadamente necesarios en este mundo globalizado.

 

Decidí convertirme traductora porque me cansé de leer esas traducciones mal hechas y pensar “que cosa, yo que ni soy traductora habría hecho un mejor trabajo”.

 

Pues, ahora sí soy traductora y siempre me preocupo en mantener la traducción fiel al estilo del autor y su significado original.

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